Absurda Constituyente

Desde este rincón de desvaríos y despropósitos llamado Colombia, me veo en la penosa tarea de describir la tragicomedia en la que vivimos los de a pie, donde nuestros ilustres gobernantes parecen más interesados en sus peleas de patio que en hacer algo realmente útil por el país. Parece que se inspiran en guiones de películas de humor negro, como si estuviéramos atrapados en una versión tropicalizada de “La muerte de Stalin” dirigida por Armando Iannucci.

Mientras se enredan en debates sobre una constituyente que parece haber sido escrita por un comediante desquiciado, la realidad de Colombia es un desastre de proporciones bíblicas. Intentar usar algún servicio gubernamental es como intentar encontrar agua en el desierto: las alcaldías son puntos de des atención y deficiencia, están más interesadas en perder expedientes que en ayudar a la gente. Ir a la fiscalía se convierte en una odisea digna de Homero, mientras que lidiar con una multa de tránsito es tan sencillo como escalar el Everest en chanclas.

En Bogotá, la inseguridad es un chiste mal contado; las calles parecen campos de batalla gracias en parte a obras que nunca terminan y solo benefician a unos pocos privilegiados. El agua que llega a nuestros hogares en los últimos días parece más una sopa de residuos que un líquido vital, y las tarifas de los servicios públicos suben más rápido que un cohete espacial en una película de ciencia ficción.

Hablando de precios astronómicos, ¿alguien en la constituyente piensa en mejorar nuestros ingresos? Hacer mercado se ha convertido en un deporte extremo, donde el salario mínimo apenas alcanza para sobrevivir un par de días, no permite llegar a fin de mes. ¿Recuerdan cuando con 200.000 pesos podíamos alimentarnos decentemente una buena temporada? Ahora, esa misma cantidad solo alcanza para unas cuantas cosas que desaparecen más rápido que la dignidad de nuestros políticos.

Y hablando de esos políticos, ¿no sería fantástico que se preocuparan por el medio ambiente? Nos piden usar medios de transporte alternativos mientras ellos viajan en aviones privados que contaminan más que una fábrica de humo. ¿Y qué tal esas comitivas de camionetas que consumen más gasolina que un dragón enojado? ¿pesara Berto en este tema en la constituyente?

Todo esto es cortesía de nuestros geniales gobernantes, esos mismos que prometieron un cambio, pero nos han sumergido aún más en el lodazal de la corrupción y el desgobierno. Gustavo Petro, el incendiario de las redes sociales, juega a ser presidente desde su Twitter mientras el país se desmorona entre debates sobre constituyentes.

No nos engañemos, esa constituyente no busca mejorar el país, sino cambiar las reglas para satisfacer los egos inflados de nuestros líderes políticos. Prefiero quedarme con nuestra constitución maltrecha que darle más poder a un déspota en ciernes.

¿Cuándo dejamos que estos bufones se apoderaran de nuestro destino? Es hora de despertar del letargo y exigir un verdadero cambio antes de que nos convirtamos en cuba o Venezuela.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll to Top